26 y 27 de julio 2022
Nos hacia mucha ilusión, desde hace mucho tiempo, pisar Escandinavia con la autocaravana. Esta vez sólo será el Reino de Dinamarca el que nos recibirá buscando que nos pongamos algún jersey de manga larga al atardecer y un poco de tranquilidad, así como descubrir un país del que no tenemos excesivos referentes salvo la capital. Será nuestro bautizo nórdico al que seguro seguirá en próximas ocasiones el resto de los países hasta llegar al icónico punto del Cabo Norte.
Nos separan casi 700 kilómetros, así que emprendemos ruta a media tarde después de acabar con las últimas visitas al Valle del Mosela. Muchas opciones de camino, pero no nos apetecen ciudades, así que encontramos un área muy bien valorada en park4night a la que llegamos después de unas cuantas horas de carretera, y pasar campos y campos de cereales con algunas cigüeñas que nos sirven de aliciente entre tanto asfalto.
El espacio destinado a las autocaravanas es inmejorable. Quizás el área mejor cuidada en la que hayamos estado. Cada detalle, cada rincón. Espacio para aparcar sobre piedrecitas, y la mesa y sillas sobre una hierba bien cuidada. Paz por los cuatro costados que llaman a quedarse algún día más. Junto a ella, un extraño espacio de restauración, dónde encontrar diferentes cocinas del mundo, así como unos jardines muy cuidados. Bueno, bonito, pero no será seguramente barato, así que hoy cenaremos en casa.
A la mañana siguiente seguimos ruta al norte. El inmenso puerto de Hamburgo nos recibe entre grúas y obras que a la distancia parece una estampa de alguna película sobre un futuro apocalíptico.
Mucho tráfico destino Dinamarca, y al acercarnos a la frontera se va densificando. A poca distancia todos parados y avanzando poco a poco llegamos hasta el borde convertidos en un único carril. Control policial sin detenernos y ya estamos dentro. No queremos hacer mucha más ruta, así que buscamos un área cerca del mar que nos guste. La elegida está en Aarøsund, y al acercarnos ya vemos que aquello de la tranquilidad quizás no será lo que creíamos.
El lugar junto al puerto es precioso, pero quedan pocos sitios libres. Temperatura que recomienda algún jersey y pantalón largo, y aquel olor a mar que poco a poco te va recorriendo por dentro. Brisa marina que te llega al abrir la puerta y volvemos a poner el edredón sobre la cama y esconder los pantalones cortos.
Un paseo para recorrer la zona y estirar las piernas antes de cocinar alguna cosa especial para cenar, que la ocasión lo merece. No todos los días podemos cenar junto al puerto, con vistas el mar, y en tierras danesas, allí dónde en estás vacaciones habíamos puesto la X de nuestro mapa del tesoro.
Ruta
Burg Eltz – Stemwede – Aarøsund