19 de julio 2022

Kilómetros nos aguardan silenciosos, pero el destino merece el esfuerzo. Un día de asfalto que ofrece interesantes visitas a dos lugares muy diferentes, pero coincidentes en que tienen cosas que nos encantan y que son merecedores de quedarte unos días atrapado en el tiempo en sus tierras. No lo han conseguido dos de nuestros quesos favoritos, comte y morbier, que se hacen en el Jura, y tampoco degustar vinos en uno de los pueblos mas bonitos de Alsacia, Eguishein. Como buenos hobbits seguimos comprometidos con nuestro destino 😉

Por la noche el calor da tregua, y con todo abierto se puede dormir bien. Nos despertamos pronto, hacemos café en ruta i con algunas delicias pasteleras francesas la carretera a primera hora se antoja de otra manera. Carreteras secundarias y alguna autovía que nos acerca rápidamente a destino. Autopistas las mínimas y de manera excepcional que en Francia son caras, y no nos gustan demasiado transitar por ellas salvo en caso de necesidad.

Verde y amarillo. Viñedos y girasoles nos saludan entrando a las montañas del Jura. Una zona por la que hemos pasado en diversas ocasiones y que parece preciosa. Quizás la próxima será la que la exploraremos cómo merece. De momento un pueblecito, dicen que, de los más bonitos de Francia, nos incita a parar.

De nombre Chateau Chalon, y un acceso por una carretera que asciende repleta de viñas que sólo por el espectáculo del trayecto ya merece la pena el haber llegado hasta aquí. Zona para estacionar las autocaravanas a las afueras, y recorremos las empedradas calles buscando los diferentes miradores de este pueblecito en la cima.

Cuando empiezan a llegar turistas y el calor se deja notar, volvemos asfixiados al vehículo donde el aire acondicionado y el agua fría nos ayudan a seguir. Siguiente parada, Poligny dónde visitaremos la Maison du comte. Un pequeño centro de interpretación y dos quesos a degustar por 8 € que nos enseñan un poquito mas de nuestros productos favoritos de la zona. La estrella, El Comte, de textura más dura y sabor ligeramente salado que se prepara en piezas redondas de más de 60 kilos. Un modelo cooperativo de producción que se introdujo hace muchos años para poder aguantar los duros inviernos de la zona.

La zona es vitivinícola por excelencia, pero esta vez no toca que el presupuesto de acumular vino se ha ido en gasolina. Sólo queso y alguna cerveza artesana. La zona está repleta de Fruitieres, espacios dónde se fabrica y afina el queso, y que ofrecen venta directa a cliente de producto de calidad a precio excelente. Nosotros pecamos por duplicado, así que podremos hacer degustación 😉

Cigüeñas que revolotean los cielos y vigilan desde los tejados son una señal que has llegado a Alsacia. Nosotros nos dirigimos a Eguishein, uno de los pueblos que no habíamos visitado y que tiene un área de autocaravanas rodeada de viñedos.

Lo peor, el calor que es asfixiante. Lo mejor, el área nos gusta mucho y coincidimos con un festival de vinos de la localidad. Conocemos y nos encantan los vinos de la zona, así que sin pensarlo demasiado cogemos sitio en la barra ubicada en una pequeña plaza a medio camino entre el sol y la sombra, y pagamos por dos copas vacías que nos irán llenando varias veces. De entre cien referencias de distintas uvas y productores, elegimos algunas según el azar, recomendación o aquello tan bonito del nombre que más te gusta o hace reír.

Muchos de los pueblos de Alsacia tienen el vino integrado en su visita, y en cada esquina un productor te espera. No nos podemos resistir y de vuelta hacia la autocaravana paramos en Ginglinger, nos ha gustado alguno de sus vinos en la degustación y hacemos un pequeño acopio de provisiones.

Intentamos trabajar un poco dentro del vehículo hasta que llegue la noche, pero el calor lo impide. Decidimos contrarrestar con una ducha fría y después buscaremos sitio para cenar, dónde lo mejor que tengan sea el aire acondicionado. Restaurant típico de la zona, dónde sin ser espectacular, comemos algunas de las especialidades locales. Especialmente buena la Flammkuchen una especie de pizza de masa fina y crema de queso que está riquísima. Barriga llena y tour por las bonitas calles, mientras las cigüeñas vigilantes se aseguran de que lleguemos a casa sanos y salvos.

Lo mejor de viajar con la casa a cuestas es la posibilidad de improvisar en función de lo que vayas encontrando. Si la ola de calor sigue como hasta ahora, quizás llegaremos más rápido a tierras nórdicas. De momento a ver como aguanta la noche, mañana os contamos más.

Ruta

355 km: Montceau les mines – Chateau Chalon – Poligny – Eguisheim

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